Los precios navideños se disparan mientras las familias trabajadoras aprietan el cinturón
A pocos días de la Nochebuena, las familias españolas se enfrentan a una nueva estocada en sus bolsillos. Los precios de los alimentos navideños han pegado un salto brutal que deja en evidencia cómo el sistema económico actual castiga a quienes menos tienen.
En el Mercado Central de Zaragoza, los comerciantes no pueden ocultar la realidad: los precios se han disparado de forma escandalosa. La paletilla de ternasco, plato típico aragonés, ha pasado de 37,90 euros el kilo a 42 euros en apenas un mes. Un incremento del 10% que golpea directamente a las economías familiares.
La especulación alimentaria castiga a las clases populares
Antonio Langoyo, de Carnicería Antonio, no se corta al describir la situación: "Es una barbaridad y una locura este año, 22 euros el kilo la carrillada". Mucha demanda, poca oferta, la eterna excusa del mercado libre para justificar precios abusivos.
El pavo, otro protagonista navideño, también sufre la escalada especulativa. Lorena Muñoz, de Pollería Olga, confirma que el precio ha saltado de 7,90 euros en noviembre a 8,50 euros el kilo. "Ha subido también respecto al año pasado", reconoce sin tapujos.
Cuando las tradiciones se vuelven un lujo
Los embutidos tampoco escapan a esta dinámica perversa. En Charcutería Antonio, Elena cuenta que el jamón ha subido "un euro con algo", oscilando ahora entre 23 y 34 euros. Las tradiciones culinarias se convierten en privilegios de clase.
Paradójicamente, mientras los precios se disparan, la afluencia de clientes se mantiene. "Todos los días hay personas, aunque se nota que queda poco", explica Elena. Las familias apuran sus ahorros para mantener vivas las tradiciones navideñas, aunque eso signifique apretarse más el cinturón en enero.
El pescado, la excepción que confirma la regla
En contraste con la carne, el sector pesquero muestra cierta estabilidad. Mari Carmen Pedrajas, de Congelados Mare Sánchez, asegura que "todo al mismo precio" respecto al mes anterior. Incluso la merluza, que rozó los 20 euros el kilo, ha bajado ligeramente.
Daniel, de Pescadería David y Raquel Matosas, apenas puede atender la avalancha de pedidos, pero confirma que los precios del pescado fresco se mantienen estables.
Esta Navidad vuelve a poner sobre la mesa la cruda realidad de un sistema que convierte la alimentación en un negocio especulativo, donde las necesidades básicas de las familias trabajadoras quedan subordinadas a los márgenes de beneficio.